miércoles, 23 de julio de 2008

Odio colectivo.

Ahí viene el hijo de puta. Al fin viejo… 20 minutos cagándome de frío en la parada, viendo pasar todos los ramales de todo el resto de las líneas que pasan por la avenida una, dos, tres veces.

Pero bue, lo veo allá a lo lejos.

Estoy primero en la fila… y claro, llegué antes que Colón más o menos… miro para atrás, somos alrededor de diez esperando, y atrás mío hay seis mujeres… me cago en la hostia, las voy a tener que dejar subir primero y con ello se esfumarán mis chances de sentarme.

Pero bue, ahí viene.

Miro el reloj, otra vez tarde al laburo… saco las monedas que le tuve que pelear al kiosquero que me de y, aliviado, me dispongo a levantar el brazo para parar al bondi. En esos instantes pienso y observo a la gente: algunos extienden el dedo índice, otros la palma hacia arriba y delante, algunos al costado, y aquél apunta hacia el suelo a su lado, todos a su manera, poniendo fin a su espera.

Pero bue, acá llega.

Miro el cartel. Es el que agarra por la autopista. La puta madre. Siempre me pasa lo mismo, sea cual fuere el ramal que espero, viene el otro antes, estoy condenado a eso.

Otros diez minutos. Pienso cómo una línea que lleva tanta gente a puntos clave de la ciudad puede ser tan irresponsable. Se lo voy a decir al chofer cuando lo tome. O sea, si pusieran más coches podría viajar más gente y ganarían más plata. Lo va a escuchar de mí el chofer. No puede ser, la unidad es supuestamente verde, pero en realidad es gris por la costra de tierra que lleva consigo, lo único que parecen lavarle es la trompa para que la gente sepa que eso es un bondi y lo pare.

Allá viene otro.

Y es mi ramal! Pero no está solo, vienen tres juntos… media hora esperando y ahora aparecen tres a la vez… Nah, esto es una joda… Esto también me lo va a tener que responder el chofer. Miro a la vieja de atrás, lo para. La de atrás también, y la de atrás, y el de atrás, todos extendiendo su mano cual abanico. Son unos pelotudos, si sólo hace falta una persona que haga la seña para que se detenga… en fin… Sin sacar las manos de mis bolsillos, dejo subir a las señoras (me veo como un auténtico idiota al lado de la puerta viendo un desfile que se sube a mi bondi antes que yo, pero no puedo contra mi caballerosidad). Subo.

Miro al chofer, listo para cantarle las cuarenta y hacerlo culpable de mi desgracia. Pero mis labios sólo se mueven mecánicamente: -“Un peso”…

Ni en pedo hay un asiento libre. Entonces, pongo en funcionamiento mis tácticas pasivas para poder tener más oportunidad de sentarme: me paro al lado de la fila de dos asientos (+50% chance); trato de ubicar una posición espaciada de manera de abarcar el espacio de cuatro asientos; me pongo al lado de tipos (si me pongo al lado de una mujer y se libera “mi” asiento, se lo tengo que ceder por cortesía); busco caras… por experiencia sé quien se baja en Constitución y quien en el Centro; presto atención a si los de los asientos dobles están juntos, o simplemente son compañeros ocasionales de viaje… trato de buscar gente sola, de esa manera hay más posibilidades de que se libere al menos uno de los asientos.

La ley de Murphy del colectivo debería rezar que siempre hay más chance de que se siente la gente que está alrededor, que uno. Y sino, Murphy se la comió o debe ser del primer mundo.

Entre pensamientos absurdos y filosofía barata, transcurre el rutinario paisaje ante mi: la avenida Pavón, Rivadavia, el puente Victorino de la Plaza, el Riachuelo con ese olor a mierda terrible, Barracas, Constitución, la 9 de Julio…

Pero qué pasa? Por qué vamos tan lento? Un chofer de colectivo es un ser temerario que circula velozmente por las calles de Buenos Aires, rebasando a la doble fila que espera para doblar a la izquierda, y cruzando cuanta luz roja ose detenerlo. Pero a mi me tocó uno que está adelantado en su horario… esta extraña especie, se destaca por ir lento a propósito, tiene el oído afinado para que la caja automática jamás pase a tercera, deja pasar a otros vehículos y peatones en todas las esquinas, y posee la habilidad de agarrar todos los semáforos. Hago la cuenta mentalmente de cuándo voy a llegar si seguimos a 20 km/h., veo pasar raudamente por al lado a un compañero de línea suyo, se saludan con ese chiflido de 1114 colega, veo que van todos sentados y van a llegar mucho antes, y me quiero tirar por la ventana…

En eso, noto que la que está sentada en “mi” asiento, mete las manos en su cartera y oigo ruido de llaves. Signo inequívoco que se está por bajar. Se toma del asiento de adelante, estira el pescuezo, vuelve a su posición… a la otra cuadra, se levanta apenas, se vuelve a sentar… Siempre me pregunto si mi “dale, bajate de una vez vieja de mierda” lo pienso o lo digo. Pero al fin, se levanta y, a pesar de que le queda más cerca la puerta de atrás, baja por adelante. Nunca entendí eso.

Al fin, estoy sentado. Saco mi libro de turno y, ensimismado en la lectura, me olvido del mundo. O no tanto… PORQUE EL NEGRO DE MIERDA DE ATRÁS ESTÁ CON EL CELULAR ESCUCHANDO CUMBIA POR EL ALTAVOZ. Pero la reputísima madre que lo parió. Por qué tienen que hacer eso? No pueden llenarse de esa mierda ellos solos por los auriculares, que todo el pasaje tiene que escuchar esa basura???

Podría seguir leyendo, no me distrae tanto la “música”, sino la bronca que me genera la situación. Entonces, guardo el libro y saco el iPod. Será menos cultural, pero sigue siendo mi mundo al menos.

Sube una mujer con una criatura en brazos. Las de adelante son viejas, o pajeros que se hacen los dormidos, echa un vistazo general, mira a ninguna parte, pero a todos a la vez. Yo, de boludo nomás, me siento inquirido y le hago la seña, en el momento en que le cedo el asiento, oh casualidad, cinco más amagan en dárselo también y vuelven rápidamente a sus lugares. Hipócritas.

A poco de bajarme se libera un asiento en el fondo, de esos que a cada lomada de burro te das la cabeza contra el techo, esos que están lejos de las entretenidas conversaciones entre choferes y en verano son un sauna por el motor detrás suyo.

Verano… qué asco es viajar con tanta gente con el calor, lo único bueno puede llegar a ser algún que otro generoso escote, pero poco más… en estos pensamientos estoy cuando una cuadra antes de la parada oprimo el timbre. Pero no lo escucho. Lo apreté bien? Si lo apreté bien y lo vuelvo a hacer, voy a ver como el chofer va a levantar la vista por el espejo y me va a mirar mal. Pero si no, corro el riesgo de seguir de largo…

Pero no, esto seguro de haberlo tocado bien… el colectivo pasa la parada y no se detiene, toco el timbre presuroso nuevamente… -“Ya te escuché flaco…”, y se detiene del otro lado de la calle. Había olvidado la costumbre que tienen los choferes de dejarte pasando el semáforo, en la otra cuadra, para que no los agarre la luz roja… no era que no estaba apurado este?

Bajo y aprieto el paso hacia la oficina pensando en mi travesía diaria de cuarenta y cinco minutos… es un consuelo pensar que debería por dos paradas sacar uno con cuarenta en vez del peso que pido… y en eso consiste mi revancha, mi venganza se llama cuarenta centavos….

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahhhhhhhhhhhh jajajajajaajaaa...
Genial!!!!
Genial!!!
Escribite "Las Maximas del Hombre Javi"

Saludetes.. La didi

Anónimo dijo...

Cuarenta centavos..., son cuarenta centavos. En fin.
Te sugiero comprarte un auto o una moto, o tomar taxi o remís.

Anónimo dijo...

Muy bueno, Javi...
Me hiciste cagar de risa un rato...

Anónimo dijo...

Que fenómeno, jaja... si me habrá pasado eso.. madre de jesú!!
Por mi casa pasa uno, que no son ni 2 ni 3 ni siquiera 4 los que se juntan... pasan de a 5!!! son 40 minutos esperando entre tanda... reverendos hdps...
Y para el que opino de comprarse un auto, para ir al centro... "la tenés re clara pa" ajjaaaja

Anónimo dijo...

Jajajajaja yo soy inspector de la 150 y todos los dias las viejas se qejan conmigo de porque no viene, que el chofer esto, que la 150 es una mierda, q no hay monedas, etc etc xD ajajajaj Lo tuyo fue increible xD

Coloso dijo...

hahaha naaaa jodeme que me firmó un chancho! xD

Anónimo dijo...

Bueno, la verdad q me siento completamente identificado, con la diferencia q mi viaje dura 2 hs, pero pasa siempre lo mismo.
Slds

Andres(HK)

Anónimo dijo...

En Cordoba agregale que no hay un perro kiosco que te venda un perro cospel, porque sin cospel, no viajas. Y va que mankeaste a comprar el de 2a seccion que no se usa en todas las lineas porque el kioskero se dio cuenta que no tenias ni idea y te metio el perro. No se porque inclui tantos canes en los parrafos anteriores, un misterio. En Cordoba los colectivos tienen colores por zonas. Pero te perdes igual.
En Cordoba los colectivos son, en definitiva, la misma mierda que en Buenos Aires, y ahora que estoy en Buenos Aires, viajar en colectivo es el mismo placer. Genial y verdadero como siempre Javi!!

hernaaan dijo...

M u y buen post. No suelo comentar en blogs ocasionales pero este me obligó.

Llegué por el foro del L2.